lunes, 22 de octubre de 2012

Finding Smiles

Dedicado a aquellos que, ahora que las mañanas empiezan a ser frías de verdad y las Feierabend son más oscuras de lo que recordábamos podían ser, ponen a hibernar a su querida y fiel bicicleta en algún Keller berlinés o a lo mejor la anclan en algún Hinterhof junto a la esperanza de que un sábado cualquiera haga solete otoñal y puedan salir de nuevo de excursión como hacían aquellos findes de verano...

La pena de abandonar a este singular ser-querido viene acompañada de una resignación que es agridulce para el que disfruta reencontrándose con viejas caras conocidas en el U-Bahn, o simplemente buscando sonrisas entre parada y parada, o a lo mejor solo tienen también -como un pezón servidor- esa sensación constante de atrezzo bajo el suelo berlinés, como si de una realidad paralela se tratase: paralela porque se trata del subsuelo y paralela porque nunca se cruzará con la vida bajo el cielo de Berlin.

No hemos inventado nada nuevo señores, ojito a la fecha del poema.
Wenn du zur Arbeit gehst
am frühen Morgen,
wenn du am Bahnhof stehst
mit deinen Sorgen:
  da zeigt die Stadt
  dir asphaltglatt
im Menschentrichter
Millionen Gesichter:
Zwei fremde Augen, ein kurzer Blick,
die Braue, Pupillen, die Lider -
Was war das? vielleicht dein Lebensglück...
vorbei, verweht, nie wieder.
Du gehst dein Leben lang
auf tausend Straßen;
du siehst auf deinem Gang, die
dich vergaßen.
  Ein Auge winkt,
  die Seele klingt;
du hast's gefunden,
nur für Sekunden...
Zwei fremde Augen, ein kurzer Blick,
die Braue, Pupillen, die Lider -
Was war das? Kein Mensch dreht die Zeit zurück...
Vorbei, verweht, nie wieder.

Du mußt auf deinem Gang
durch Städte wandern;
siehst einen Pulsschlag lang
den fremden Andern.
  Es kann ein Feind sein,
  es kann ein Freund sein,
  es kann im Kampfe dein
  Genosse sein.
Er sieht hinüber
und zieht vorüber ...
Zwei fremde Augen, ein kurzer Blick,
die Braue, Pupillen, die Lider -
Was war das?
  Von der großen Menschheit ein Stück!
Vorbei, verweht, nie wieder.
Augen in der Großstadt, Kurt Tucholsky (1930)

viernes, 19 de octubre de 2012

Que sea viernes, que sea viernes, que sea viernes

Después de una semana vivida como un noventero Jumanji particular, dónde los mosquitos gigantes venían en forma de e-mails de clientes y el jefe se parecía extrañamente al malvado cazador Van Pelt, uno abre los ojos por la mañana en su cama con sólo una idea en la cabeza:
Que sea viernes, que sea viernes, que sea viernes...

¡LO ES!

¡Tiraron los jumanji-dados y acertaron!

Una montaña rusa emocional nos hace salir de la cama, queremos mostrar nuestra incipiente alegría al mundo! podríamos desear cualquier cosa! podríamos desear que un perrete tambien cumpliese su propio deseo de entrar en el libro Guinness de los Records! somos invecibles! Deséenlo muy fuerte!



Il terrore dei palloncini! von freakingromeo

Buen finde para todos los pezones del mundo! 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Paradise is just one Smile away

El Jubilado Dinosaurio siempre decía que había tres niveles de discusiones:
- las grandes mentes discuten ideas
- las mediocres discuten hechos
- las pequeñas discuten personas

¿En que nivel se encierra pues una discusión sobre Andie Macdowell?
Al aire lanzamos la pregunta...  como el que lanza al viento una flauta travesera que va creando su propia melodía.


martes, 16 de octubre de 2012

Motos de agua para todos



Lista de gente a la que regalar una moto de agua:

- El Jefe
- Todos los trabajadores de la Finanzamt




Pues la verdad es que pensé que tendría muchos más enemigos.


lunes, 15 de octubre de 2012

La cafetera italiana


 En el interior de una cafetera italiana, confluyen una serie de elementos (humedad en una cavidad cerrada, básicamente) que la convierten en el lugar perfecto para que crezca el moho.

 Es algo que me obsesiona bastante y que nunca he logrado solucionar del todo. Por más que se le eche azúcar o vinagre o un famoso producto de Mercadona en el que las madres españolas confían plenamente, el moho vuelve a hacer acto de presencia al cabo de un tiempo. En mi caso, es poca cosa, pero me lanzo siempre a combatirlo con agua, jabón y toda la rabia que pueda tener acumulada en mi interior.

 Aunque con eso me quedo contenta, tengo un amigo siciliano que me dice que me equivoco. Las madres italianas no confían en ningún producto de ninguna versión patria de Mercadona porque consideran que las cafeteras son inteligentes en sí mismas y no necesitan ningún tipo de cuidado. Y, precisamente, lo que menos necesitan es jabón.

 Así pues, todo el cuidado que mi amigo le dispensa a su cafetera se limita a un poco de agua de uvas a brevas. Y lo cierto es que el café que me prepara está muy rico. Tiene un saborcillo especial, no sé, como a caramelo concentrado o algo por el estilo. Desde luego, a mí no me sale así, por más que ambos tengamos exactamente el mismo modelo de cafetera italiana.

 En cualquier caso, siempre me había preguntado qué debía suceder en el interior de esa cafetera que, después de meses y meses de uso, aún no conoce el vinagre ni el azúcar, ni tampoco el agua, el jabón y la rabia. Aprovechando que mi amigo me había dejado un momento sola en su cocina, un impulso irrefrenable me llevó a abrir su cafetera para descubrir por fin qué se cocía ahí adentro. Y lo que vi fue algo parecido a esto:


  Vida interior, amigos, lo que le da ese saborcillo especial al café de mi amigo es la gran vida interior de su cafetera. Debo reconocer que, desde aquel día, he tenido más de una pesadilla en la que una bola de moho de metro ochenta me sonreía y me decía "Ciao!" levantando la ceja en una actitud pretendidamente seductora, pero también que mi amigo me ha invitado a café un par de veces y me lo he tomado sin rechistar. Está demasiado rico, qué le vamos a hacer.

sábado, 13 de octubre de 2012

viernes, 12 de octubre de 2012