Sin embargo, hoy es 15 de marzo y, así como nadie puede saltar fuera de su sombra, nadie puede escaparse de los idus de marzo. Están ahí para el que quiera verlos. Los idus son días en los que se producen augurios. Presagios de algo que está por llegar. Anuncios que nos manda el porvenir al que nos dirijimos.
Afinen sus sentidos si tienen curiosidad y quieren asomarse por esas rendijas que solo hoy el destino se deja a la vista en las puertas del futuro. Unas puertas siempre cerradas con llave, pero que hoy, solo por ser hoy, tendrán sus cortinas entreabiertas para quien pueda entender lo que hay detrás. Los que navegan sobre la ilusión verán indicios de algo bueno. Los que necesiten renovarse, quizás un aviso de un cambio que está por llegar.
En cualquier caso acepten lo que vean. Igual que Julio César aceptó su destino cuando un vidente le advirtió de que iba a ser asesinado en los idus de marzo. Efectivamente, César fue alertado pero eso no impidió que el 15 de marzo del año 44 a.C. muriese a manos de un grupo de traidores cuando se dirigía al Senado.
Porque, si el caprichoso destino hoy te permite entender sus susurros, es a cambio de hacernos saber que el mañana es inevitable.
Murder of Caesar (Karl Theodor von Piloty, 1865)