¿De verdad
pretende el mundo que el ingenuo españolito de a pie, culpable sin duda de
haber nacido en el lugar y en el momento equivocados, además de sentirse
explotado, infravalorado, sobrecualificado, frustrado y, sobre todo,
desorientado, esté también sinceramente agradecido a todos aquellos que creen
haberlo ayudado?
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