Todo el mundo tiene fantasmas. Y algunos no
murieron realmente, sino que es probable que sigan bien vivos ahí afuera. Pero
en nuestro interior no son más que fantasmas del pasado que pululan volubles
por nuestro universo y se dejan ver de vez en cuando, devueltos a la vida por
un olor, un sabor o una simple evocación espontánea.
Algunos nos siguen causando demasiado dolor. Nunca
aprendimos a domesticarlos y, aún ahora, debemos cargar con el terrible peso de
su cadáver.
Pero a otros supimos tratarlos mejor. Los dejamos
acomodarse en nuestra vida y nos hicimos amigos de nuevo. Y aquí están, a veces
dormidos y a veces más lúcidos de lo que quizás nunca llegaron a ser en vida. La
cuestión es que aquí los tenemos. Para que nos hagan compañía. Para que nos
recuerden que, de algún modo, todo valió la pena.
"Detrás de cada ser vivo hay 30 fantasmas, esa es la proporción entre muertos y vivos"
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