¿Te sientes atrapado
en la rutina? ¿Te cuesta asimilar que el verano ya acabó y deberán pasar once
largos meses antes de volver a disfrutar de unas buenas vacaciones? ¿Necesitas
un pequeño respiro?
Visita Cuenca.
En un lugar de La Mancha
de cuyo nombre no deberías olvidarte, podrás hallar un pequeño oasis de
felicidad en mitad del anodino desierto de la vida laboral. ¡Anímate! Aguza un
poco la vista y acércate unos minutos a Cuenca. Sin necesidad de conducir
largas horas ni de sufrir las terribles restricciones impuestas por las
aerolíneas de bajo coste, tan solo haciendo uso de tu habilidad y simpatía,
podrás llegar fácilmente a esta pequeña localidad de poco más de 50.000
habitantes en la que, sin embargo, casi todos querrían fijar su residencia. Tómate tu
tiempo y echa un buen vistazo a las Casas Colgadas, al Palacio Episcopal y al
Museo de Arte Abstracto Español. Encuentra un punto panorámico y admira la
inmensa belleza que se esconde tras esta noble villa castellana con una
historia casi tan antigua como la propia vida.
Visita Cuenca. La disfrutarás.
Cuenca es única
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